Que nazca algo nuevo

Dejo este link para poner en contexto a quienes no se enteraron sobre el #MeTooEscritoresMexicanos https://www.animalpolitico.com/2019/03/metoo-escritores-mexicanos-mujeres-denuncian-acoso-y-violencia/

No sé a ustedes, pero a mí este fin de semana me dejó agotada emocionalmente. Ayer quería decir muchísimas cosas sobre el tema de #MeToo, pero las emociones no me dejaban articular bien lo que estaba sintiendo. Por varias razones, esta vez sentí las denuncias más cercanas y familiares que en otras ocasiones. Y darme cuenta de que realmente no tenemos espacios donde estemos seguras, fue muy fuerte. Como me dijo una amiga: “Nos tienen rodeadas”. Así que anoche, por ahí de las 11, me obligué a desconectarme de Twitter después de un par de días de estar obsesivamente actualizando mi feed, revisando denuncias de otras mujeres, dándole fav a todas para que supieran que las apoyo y reviviendo mis propias experiencias. Me di cuenta de que estaba agotada y tristísima. De repente todos los abusos y las violencias me llegaron de golpe y fui recordando y reconociendo cada una de las cosas que me pasaron. Estaba haciendo algo que para mí no es sano y tuve que alejarme tantito.  

Hoy, con la cabeza más fría, puedo escribir esto mientras sigo sorprendida por el impacto de lo que pasó en estos días. Es súper intenso ver tantos testimonios juntos. Incluso se siente una especie de flujo de adrenalina al pensar: ¡Que caigan todos! Es poderoso retomar el control de las cosas que nos han pasado y ver a otras fortalecerse y denunciar (aunque sea de manera anónima) a quienes les han hecho daño. Son cosas que, sinceramente, nunca creí ver. Siempre pensé que todas estas historias seguirían siendo lo que le cuentas a tus amigas en confianza, las advertencias que te hacen compañeras de escuela en secreto sobre maestros pervertidos, las confesiones en las comidas de trabajo donde otras mujeres te dicen que tengas cuidado con tal jefe porque es medio manolarga. Nunca creí verlo así, de manera tan pública. Fue muy extraño. Y emotivo.

Después del #MeTooEscritoresMexicanos surgieron hashtags y cuentas para denunciar abusos en otras profesiones: activistas, académicos, creativos, periodistas, fotógrafos, médicos, músicos, abogados… la lista es larga. Estas cuentas empezaron a difundir mensajes, en su mayoría anónimos y hechos por mujeres, con testimonios de violencia, abuso, acoso, situaciones incómodas y demás.

Dentro de este contexto surgieron dos puntos que me parecen importantes.

El primero era sobre qué sí y qué no es acoso o violencia y qué cosas sí son “denunciables” y cuáles no. Se puede decir que las cuentas que difunden estas denuncias no discriminan; lo mismo te encontrabas una historia de violación que una historia de un maestro invitando a una alumna por un café. Este criterio de «todo va», dio pie a muchas críticas y mensajes tipo: «Ahora resulta que todo es acoso». 

La labor de quienes están llevando estas cuentas de denuncia es gigante, emocionalmente estresante y cansada. Y con todo eso, ¿todavía les vamos a criticar su trabajo? Está cabrón. Poniéndome en los zapatos de las administradoras de estos perfiles, yo no me atrevería a decirle a una víctima que lo que vivió o sintió y me está confiando, no me parece lo suficientemente grave. Aunque claro, hay varias denuncias que podrían ser consideradas actitudes chocantes, detestables e incómodas, pero que no ponen en riesgo la integridad de quien denuncia y que no se podrían considerar acoso o violencia tal cual. Pero hay una cuestión: no deberíamos necesitar que pase algo “grave” para que la experiencia tenga validez.

Aquí va por qué pienso que estas acusaciones, por pequeñas que parezcan, también son importantes.

Ninguna denuncia es idéntica a otra. El contexto, la jerarquía o la posición social/económica/política, la edad y muchos otros factores juegan un papel específico en cada caso. Que un maestro invite a salir a una alumna puede ser algo equis para una, mientras que para otra puede significar mucha ansiedad al punto de dejar de ir a clases por no toparse a ese maestro. Si alguien está lo suficientemente incómodo para denunciar, debería al menos considerarse como una señal de alarma. Hay espacios, como las escuelas y los lugares de trabajo, que deberían ser extra-seguros para que una persona pueda desarrollarse correctamente.  Ningún tipo de comportamiento inadecuado y denunciado debería ser tomado a la ligera.

“Se pueden estar perdiendo las denuncias que son realmente importantes en este mar de testimonios”. En mi opinión, las denuncias con una carga de violencia más fuerte fueron las que tuvieron más eco. Las otras resonaron sólo en los círculos más cercanos a los involucrados. También le reconozco la importancia a esos testimonios por lo siguiente: cuando denuncias que alguien te acosa, nuuuunca falta el pendejo que sale a decir que ahora cómo esperamos ligar si los hombres ni nos pueden hablar. Es decir, a veces parece que los hombres, convenientemente, no entienden qué cosas sí son acoso o violencia y qué cosas no. Quiero creer que esto es cierto, que los hombres REALMENTE no saben que algunos de sus comportamientos son extremadamente incómodos e inapropiados. Quiero creer, ¿verdad? Estas denuncias que pueden parecer poca cosa, también sirven para marcar la pauta. Si lees tu nombre en la denuncia y crees que lo que hiciste en realidad no es acoso, pues cuestiónatelo de nuevo. Estoy segura de que a la otra pensarás dos veces antes de hacer lo mismo. Si no has aparecido en ningún testimonio, lee las denuncias, aprende, identifica qué cosas has hecho y la siguiente vez que estés interactuando con una mujer, pregúntate si la estás incomodando.

A propósito de lo anterior, a nosotras también nos pasa, pero en otro sentido. Habemos muchas que durante años hemos negado que algo haya pasado, o que tal vez ni siquiera supimos reconocer la violencia en ese momento y por mucho tiempo nos cuestionamos pensando: “Tal vez estoy exagerando, creo que no fue tan grave”. Cuando las cosas no son súper evidentes es muy difícil saber si realmente alguien te está violentando o no. Leer otros testimonios hace que sepas reconocer tus propias experiencias. Es reconfortante saber que, efectivamente, no estás loca. Ayuda a que si estás pasando por algo así, sepas que tiene validez lo que estás sintiendo y que tienes el derecho de expresarlo.

Estas acusaciones que a primera vista nos parecen chiquitas, también sirven para que podamos saber con quién nos estamos relacionando y así mantenernos seguras. Si hay varios testimonios donde se dice que equis persona invita a salir insistentemente a sus compañeras de trabajo y les manda mensajes inapropiados, puedes decidir si lo quieres tener o no en tu equipo de trabajo. El chiste es saber que no tenemos que seguir aguantando cosas que nos pongan en riesgo o que nos hagan pasar malos momentos con una sonrisa y agachando la cabeza. Que los incómodos sean ellos, los acosadores, los violentos. Que cada hombre antes de hacer alguna pendejada piense: ¿Y si me denuncian?

Ahora, nadie está obligando a otros a creer ciegamente en estos testimonios, todos tenemos el derecho de no aceptar lo que se dice de otra persona y más en este tipo de contextos donde se guarda el anonimato de las víctimas para que más personas se animen a denunciar y proteger a las que ya lo están haciendo. Si no crees que tu amigo haya hecho tal o cual cosa, se vale, pero tampoco tienes pruebas de que no lo haya hecho.

El segundo punto del que quiero hablar tiene que ver con el párrafo anterior. “¿Cómo creer en los testimonios cuando son anónimos y no hay pruebas tangibles?”, “¿Cómo sabemos que no es una denuncia falsa?”, “Decir Yo te creo sin cuestionar, ¿está bien?” Entiendo estas preguntas, pero en estos casos, prefiero siempre creerle a quienes denuncian. A veces los riesgos de no creerle a la víctima pueden ser incluso mortales y yo no estoy dispuesta a arriesgarme a saber que algo le pasó a una mujer que no le creí por cuidar la reputación de un hombre. A las víctimas no les podemos exigir “denuncias formales” y menos en el contexto de nuestro país, donde hasta denunciar un robo es revictimizante, agotador y en la mayoría de los casos, infructífero. Incluso a las mujeres que sí hacen denuncias ante las autoridades, se les cuestiona, se les agrede y se les acusa. No hay manera de ganar. La justicia nos falla una y otra y otra vez. Ahora, si nos ponemos a pensar que muchas cosas no son un delito tal cual, está cabrón. No es como que el machismo en sí sea un acto punible. A veces el escrache* es la única herramienta que tenemos para advertirnos y cuidarnos entre nosotras. Es lo único que hay para buscar un poquito de paz y justicia donde sabemos que no la habrá por los medios oficiales. ¿Es lo ideal? Claro que no. Pero, ¿qué otra cosa nos queda?

Estas cuentas que están difundiendo esta información, no fungen como jueces, sólo como un medio para amplificar el mensaje; no tienen la responsabilidad de verificar la información, sólo de difundirla. Dependerá del círculo social, laboral, etc. de cada “victimario” ver cómo lidian con el asunto; si llevan a cabo una investigación, si lo ignoran del todo, si simplemente estarán más alerta… es cosa de cada quien. Y es responsabilidad de cada señalado demostrar por el resto de su vida, que no son esas personas que las denuncias dicen que son y así, con algo de suerte, este mundo pueda ser un espacio más seguro para las que vienen.

¿Yo qué saco de todo esto?

Este fin de semana lloré, me enojé, me puse triste y tuve un montón de emociones más mientras reviví cosas feas: esa vez en la secundaria en que un amigo borracho a huevo me quiso tocar y le di un madrazo en la cara y gracias a eso me pude zafar. Cuando rechacé a otro amigo por milésima vez y en tono medio enojado me dijo que no sabía cómo, pero que él y yo íbamos a acabar cogiendo. Cuando me pasó algo y todo el mundo asumió que yo había sido una puta y esa era toda la historia. Hay experiencias que me han pasado que estoy convencida de no querer hacer públicas nunca porque no le veo el caso o por el dolor que a veces me sigue causando, por el dolor que causó y por las consecuencias que tendría. Pero verme reflejada en las historias de otras y confirmar que cosas que me pasaron sí fueron abuso y no estuvieron bien, hizo que me sintiera acompañada por un montón de mujeres a las que no conozco, pero que ya quiero mucho. Me hizo sentir menos sola y me da mucha esperanza que tal vez, al saber reconocer estas actitudes desde un inicio, las que vienen no tengan que pasar por lo mismo o no sientan culpa después de años por no haber reaccionado de cierta manera.

Nos queda ver para adelante, nos queda sanar a las que hemos pasado por una situación así. Nos queda apapacharnos y sabernos acompañadas. Nos queda saber que si algo nos vuelve a pasar, no vamos a estar solas nunca más.

También, al menos desde mi perspectiva, no quiero venganza ni que todos los hombres estén en la cárcel. Quiero que las cosas cambien. Quiero que nadie vuelva a pasar por situaciones horribles y que si sucede, todas las autoridades (de gobierno, laborales, escolares y en todos los contextos) y las personas de nuestro entorno sepan responder y protegernos. No quiero que se caiga para construir lo mismo. Quiero tirarlo para que nazca algo nuevo.

Aquí abajo dejo algunas de las cuentas que se crearon a partir de esta coyuntura, por si quieren revisarlas o hacer alguna denuncia.

https://twitter.com/MeTooCreativos

https://twitter.com/metooartesmx

https://twitter.com/MeTooAcademicos

https://twitter.com/MeTooEscritores

https://twitter.com/MeTooAbogadosMx

https://twitter.com/MeTooEmpresario

https://twitter.com/MeTooFotografos

https://twitter.com/PeriodistasPUM

https://twitter.com/MeTooActivista1

https://twitter.com/metoomusicamx

La ilustración es de Helena Pérez García 

* Según la definición del diccionario de Google, el escrache «es una acción intimidatoria que realizan los ciudadanos contra personas del ámbito político, administrativo o militar, que consiste en dar difusión, ante los domicilios particulares de estas o en cualquier lugar público donde se las identifique, a los abusos cometidos durante su gestión». Ahora, el significado se ha ido ampliando para también englobar las denuncias públicas como las del contexto de #MeToo.