Durante toda nuestra vida escuchamos frases -cliché- como: “lo importante es ser tú misma”, “nunca debes traicionarte”, “lo principal es serte fiel”… pero nadie te dice cómo hacerlo cuando ni siquiera sabes quién eres.
En mi caso, durante mi infancia y adolescencia no había manera de “encontrarme” a través de muchas cosas que otras personas sí tienen a la mano: no podía tener actividades fuera de la escuela más que clases de deportes que odiaba y con las que no me sentía relacionada; tampoco podía realmente inventarme a través la ropa ya que habiendo nacido en una típica familia mexicana, donde hasta los botes de pintura se reciclan y se vuelven macetas, a mí me tocó reutilizar la ropa de mis tres hermanas mayores. Así que mientras yo traía unos converse horribles de mi hermana, pasaban las niñas con sus tenis de lucecitas que prendían cada que caminaban y yo pensaba: “Al fin que ni me gustan” ja 😦 mi estilo era absolutamente dictado por el gusto de mis hermanas, así que esa no fue la vía para expresarme ni conocerme. El otro problema es que siempre fui en escuela católica del Estado de México, sobra decir que cualquier cosa que destacara y que fuera distinta era inmediatamente sofocada con un reporte.
Entonces, ¿qué hice? Aprendí a decir que no.
Como dice Andrés Calamaro: “No sé qué quiero, pero sé lo que no quiero”. Decir NO tiene una fuerza muy grande. Ahora veo que en ese entonces, era muy difícil definir quién era yo, pero podía definir lo que yo NO era. Y a veces, con eso basta. Dije que no a situaciones que me incomodaban, que no me gustaban o que me daban miedo. Y gracias a esto aprendí que a pesar de todo el “rock” que escuchaba, no era la rebelde que yo pensaba; acepté que de verdad no me gustaban los Back Street Boys y aprendí que estaba bien decirlo y estaba bien no saberme las canciones (en esa época era casi un pecado); me di cuenta que podía decirle no a mis amigos, pretendientes o novios y que si se enojaban, en realidad no eran mis amigos y definitivamente no quería que fueran mis novios.
Esas negaciones y aceptaciones fueron moldeando lo que soy hoy. Y hasta la fecha me pasa, que los días que traiciono las cosas que no soy o que no me gustan, son los días que termino sintiéndome triste o pasando malas experiencias.
Algo básico es entender que no siempre vas a ser la misma persona. Y eso está perfecto. Que tal vez lo que en la secundaria negabas de manera ferviente, hoy no te parece tan malo y de verdad, no pasa nada si cambias de opinión, mientras sepas cuál no es tu opinión. Por ejemplo, yo ahora soy muy feliz usando converse y de vez en cuando escucho alguna canción de los Back Street Boys sólo por divertirme un rato.
Ilustración Sabrina Almanza losunicornioscomentacos.com